No hace falta ser deportista de élite para darse cuenta de que, si comes mal, navegas peor. En la vela ligera, pasamos horas al sol ☀️, con neopreno, en movimiento constante, con el viento cambiando y el cuerpo exigiendo energía. Y sin embargo, muchas veces no le damos a la alimentación la importancia que merece.
No se trata de contar calorías ni de llevar una báscula en la mochila 🧭, pero sí de entender que la comida también forma parte del equipo.
Muchos regatistas (sobre todo los más jóvenes) llegan al agua habiendo comido cualquier cosa (o nada), y eso pasa factura a mitad de jornada. En entrenos largos o días de regata, lo ideal es haber comido con tiempo, algo que aporte energía ⚡ pero no te deje pesado. Una tostada con algo de proteína, fruta 🍌, avena, yogur, arroz… cosas sencillas y conocidas.
Durante la jornada, hay que hidratarse 💧, aunque no se tenga sed. Parece obvio, pero en vela se suda más de lo que uno cree. Llevar agua o bebida isotónica en la neumática puede marcar la diferencia, igual que tener a mano algo de fruta deshidratada, frutos secos 🥜 o una barrita decente.
Después del entrenamiento o de una regata, hay que recuperar. El cuerpo lo nota, aunque tú no te des cuenta. Un bocata de atún, un huevo con arroz 🍳 o un batido casero funcionan mejor que cualquier bebida energética.
Cada cuerpo es distinto, y no hay una única forma correcta de hacerlo. Pero si compites con frecuencia o entrenas duro, merece la pena formarse un poco más en este tema o preguntar a alguien que sepa. Sin agobios ni obsesiones, pero con cabeza 🧠.
Cuidar lo que comes no es un capricho. Es parte del rendimiento, de la recuperación y, sobre todo, del disfrute.